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NUESTRO DERECHO A SEMBRAR NUESTROS ALIMENTOS

Nuestra experiencia como mujeres organizadas en los colectivos en defensa de laTierra y el Territorio en Chiapas.

I

Hoy el apego y cuidado de la tierra, territorios y Madre Naturaleza desde el experimentar la soberanía alimentaria mediante proceso potencializados por mujeres que practican la agroecología está siendo un aporte para concientizar a la humanidad en general.


Nuestra relación como mujeres hacia la Madre Tierra responde a identificar el deterioro del vínculo del Yich’el ta muk’ (respeto) hacia la gran madre naturaleza.


Desde aquí identificamos el contexto de crisis en todo el planeta, al perder el respeto, cuidado y apego hacia la Madre Tierra. Desde aquí entendemos porque estamos en tiempos de daño climático. Y porque este cambio del clima tiene un alcance de exterminio no sólo hacia lo humano sino hacia lo material e inmaterial.


En consecuencia, hay múltiples crisis, siendo una de ellas la alimentaria, donde la calidad de lo que se consume termina siendo una amenaza para la salud, para nuestro estado emocional y espiritual, generando desequilibrios originados por la alimentación no saludable. Esto también daña nuestra forma de economía y cultura indígena – campesina.


Reconocemos el modelo de sociedad patriarcal-capitalista, la conquista, destrucción y muerte que avanza al extraer, chupar, usar y desechar a la naturaleza, pero eso también sucede con las mujeres y nuestros pueblos.


Por esto, asumimos que desmontar este sistema criminal nos lleva a elegir entre la vida y la dinámica de matanza, con organización consciente, de esta etapa de la humanidad y Madre Tierra.


Por eso decimos que está en peligro “Nuestra casa común/Tierra Madre” como consecuencia de la soberbia/egoísmo/in-conciencia de los malos gobiernos que expande la enfermedad por el dinero y la sed de poder al administrar los bienes comunes y entregarlos a grandes proyectos corporativos.


Cuando vivimos y miramos este despojo, explotación y desprecio expresado por estas políticas privatizadoras, programas gubernamentales que llevan a la pobreza, división y control, individualización y consumo, nos damos cuenta que detrás de esto hay un mapa político de poder que prioriza introducir un modelo que chupa/extrae los bienes comunes que co-habitan nuestros espacios de vida. Pero también extrae y chupa nuestra cultura, nuestras formas de sensibilidad, nuestros modos de estar y ser en la vida.


Esta enfermedad por poder y dinero provocan el exterminio de saberes y prácticas de economía y autosustento ancestral. Ahora las leyes priorizan a las corporaciones para extraer hidrocarburos, minerales, agua y prioriza la agroindustria con cultivos depredadores. Alimenta el histórico desprecio hacia las mujeres y seguimos siendo las sin acceso a tierra. Los jóvenes y jóvenas muestran cada vez más un mayor desapego a la relación de convivencia con la Madre Tierra.


Los hombres ya no respetan cuidar a la naturaleza y deciden el uso de agroquímicos, importación de semillas modificadas. La migración crece y, la adaptación de productos procesados/comida chatarra para la mal alimentación familiar también.


Todo esto pone en riesgo el derecho a la autodeterminación de las mujeres y pueblos y por tanto a la extinción de la identidad campesina-indígena. Avalando la generalización de invasión-destrucción-transformación-apropiación.
Estamos convencidas que las Leyes, políticas y programas gubernamentales han mostrado la gran irresponsabilidad del mal gobierno, que no consideran la tremenda crisis y calentamiento irreversible de la Madre Tierra.

Estos malos gobiernos, que administran los Estados territoriales, moderno-nacionales, han desatado un tipo de modernidad y progreso que destruye a la naturaleza – ecocidas-.


Hay quienes ya lo miran cómo un delito de lesa-humanidad, un crimen de lesa-naturaleza; terricida (movimiento feminista por la Pachamama en Argentina/Chile), al destruir territorialidades, sobre todo del pueblo Mapuche, y de diversidad de pueblos indígenas-campesinos.

Siguen aferrados al paradigma de la energía fósil, a la agricultura industrial, a implementar programas que repartan semillas modificadas genéticamente que deterioran los suelos, agua, aire y animales y se niegan al uso de tecnologías limpias, ligeras, amigables con la Madre Tierra.

Pretenden heredar un planeta inhabitable como parte de su sed de poder y su comportamiento inconsciente de entregar angustia e incertidumbre a las generaciones que vienen. Su forma patriarcal de democracia liberal moderna muestra que la batalla está en ocupar un lugar en el “arriba” para repartir lo que administraran para las jefas Corporaciones capitalistas, cuando se trata de democratizar la consciencia y generar humildad desde y para la humanidad en tanto parejitud para detener la miseria humana expresada en esta sed de poder-ganancia-control-sometimiento. Es síntoma de la enfermedad capitalista.

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